Historia

IAC

jueves, 10 de marzo de 2022

CURSO 2022: De lo individual a lo colectivo

¡BIENVENIDOS!

Al fin volvemos a las clases presenciales en FADU.


Este año pretendemos poner en discusión, en común, una historia que nos permita comprender el juego arquitectónico. Las historias de los genios individuales no nos alcanzan para comprender el devenir de la arquitectura, ya que oculta los distintos intereses (no solo económicos) y estrategias (que deben a su vez presentar los intereses propios como coincidentes con principios legítimos en ese momento histórico).

De lo individual a lo colectivo: ¿es posible una historia de la arquitectura vinculada a los pueblos?


El papel de los individuos es importante, pero la genialidad presupone una estrategia para una situación determinada, las ideas y las propuestas no se formulan en el aire, sino en un marco concreto. Una historia basada en genios individuales tiene correlatos en la vida presente: las decisiones las toman algunos genios (políticos, culturales o artísticos) y el resto debemos ser espectadores sumisos.

Esa es una opción que nos enseña las respuestas sin saber cuáles eran las preguntas, generando un profesional que ejecuta recetas universalmente válidas.

Nuestra propuesta consiste en focalizarnos en comprender el problema de la arquitectura: ¿Qué es lo que está en juego, y qué fuerzas están jugando? Lo que pretendemos ver es cómo se conforma ese tablero donde se juega la partida de la arquitectura: quiénes juegan y por qué juegan.



jueves, 18 de marzo de 2021

Curso 2021: Lo construido y la arquitectura

 


Pretendemos comprender el presente, y consideramos a la historia como el espesor que tiene este presente, y por lo tanto necesario para comprender la arquitectura hoy y aquí en sus múltiples dimensiones

En el 2020 hemos abordado el tema del poder en la arquitectura, o de una historia que no oculte el poder, y vimos ese entramado de fuerzas que se establecen como relaciones de poder que generan la producción arquitectónica.

Este año proponemos abordar “Lo construido”: Cómo en cada momento y en cada lugar los pueblos se han organizado para modificar su entorno, para humanizarlo, cómo han ordenado los saberes y las responsabilidades con sus especializaciones, para desnaturalizar y poder entender las condiciones de la producción actual.

Al proponer que la unidad de sentido deje de ser la arquitectura y pase a ser ‘lo construido’ aparecen cuestiones como la obra de autor y la anónima; lo colectivo y lo individual; lo popular y lo elitista; la tradición y la innovación; los modos de producción del hábitat, etc. 

Los invitamos a participar de la experiencia de pensar juntos estas condiciones de la arquitectura.

jueves, 22 de octubre de 2020

Curso 2020: El poder en la arquitectura

 

Este año tratamos el problema del poder en la arquitectura, o una historia que no oculte las relaciones de poder

Partimos de algunas premisas que expusimos en la presentación del tema:

El problema del poder

Si preguntamos por la relación de la arquitectura con el poder, estamos presentando dos entes distintos (la arquitectura por un lado y el poder por el otro) que establecen distintas relaciones a través de la historia. Esta cuestión ha sido planteada en numerosas ocasiones (revista Block nº 5, o La arquitectura del poder, de Sudjic) y podemos nombrarla como la cuestión del Príncipe, que estudia la resolución de los encargos de los poderosos. 

De la misma manera, si planteamos la relación de la arquitectura con su época, presentamos la época por un lado, en la cual se insertaría luego la arquitectura, y una arquitectura igual a sí misma por el otro.

Nuestra propuesta es plantear el estudio de las arquitecturas producidas en distintos momentos y lugares y por distintas relaciones de fuerzas (de poder) existentes en esos momentos y lugares.

Podemos pensar los períodos como determinados por un estado particular de las relaciones de poder, y que éstas son a la vez (como dice Foucault) intencionales y no subjetivas. Las transformaciones que se han sucedido no las vemos como consecuencia de un plan de un grupo de sujetos que son los que tienen el mayor peso económico, sino como un dispositivo, al que se acomodan todos, incluso esos grupos. Un invento, un descubrimiento dado (una computadora personal, por ejemplo) modifica el funcionamiento del todo social, provocando cambios en las relaciones personales, y en ocasiones llegando a revolucionar la administración de las empresas, etc. y así las relaciones de poder. Lo hace a partir de que se entremezcla con otras fuerzas e intereses de todo tipo (desde curiosidades hasta económicos o de prestigio). Fuerzas e intereses que tienen distinto peso y provienen de distintos lados, corporaciones que se apropian de la novedad, saberes que se crean y otros que pierden su valor... Ese desorden que provoca lo nuevo va a generar un reacomodamiento de esas fuerzas, un nuevo orden con sus jerarquías y subordinaciones, sus ganadores y sus perdedores que diferenciaría eso que denominamos períodos. Juego impredecible en sus sucesivas jugadas (quizás esto sería la figura del “espíritu del tiempo” un espíritu que crea un nuevo orden de ese caos y que no podemos explicar del todo).

En las sociedades complejas los reacomodamientos necesitan ajustes también complejos, necesitan de la filosofía para justificar / explicar o crear lógicas que se ajusten o asimilen a lo nuevo y permitan tomar decisiones, moverse en esa novedad. El arte por su parte crea nuevas sensibilidades que asimilen la novedad, que nos permitan a la vez soportarla y movernos en ella.

Pero estos campos -el del arte, el de la ciencia, el de la filosofía- no son simples reflejos o consecuencias, sino que actúan performativamente, inciden en la generación de ese nuevo orden, son solidarios con esta o aquella fuerza, provocan rupturas, dan vida o sepultan actores, canalizan o bloquean rumbos.


En nuestra cultura, tanto la filosofía como el arte se han constituido como campos, con sus luchas y estructuras propias, enriqueciendo el juego de intereses que pugnan por acomodar las piezas. En este sentido (dinámico) es que el ­poder es creador, no se expresa tanto en impedir, o su manera de impedir es imponer la manera de lo nuevo. Precisamente esa trama de fuerzas que llamamos poder, impone lo nuevo, decide su forma.

¿A que atribuir el éxito de una corriente o de un arquitecto? No hay que buscar entonces relaciones personales que expliquen los encargos del Príncipe. La relación y el servicio, los acuerdos de mutua conveniencia entre la arquitectura (o el arte) y el poder no son de esa naturaleza, sino que participan de esas «grandes estrategias anónimas», si pensamos la globalización como “una estrategia inmanente en las relaciones de fuerza” (Foucault)